MAUTISTE | El hombre al que pude matar. Estaba apoyado en la terraza sobre un bar cuando se me acercaron dos jovencitos quinceaneros.
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El hombre al que pude matar. Estaba apoyado en la terraza sobre un bar cuando se me acercaron dos jovencitos quinceaneros.

El hombre al que pude matar. Estaba apoyado en la terraza sobre un bar cuando se me acercaron dos jovencitos quinceaneros.

El hombre al que pude matar. Estaba apoyado en la terraza sobre un bar cuando se me acercaron dos jovencitos quinceaneros.

Texto en Espana

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Ocurrio hace anos. “Tu quisiste matar a mi padre”, dijo alguno de ellos a quemarropa. Los mire, desconcertado. “?Quien seri­a vuestro pater?”, pregunte. Me lo dijeron. Estuve un instante callado y no ha transpirado seguidamente pregunte quien les habia contado eso. “Nos lo ha contado el”, respondieron. Me gusto su aplomo, su eleccion sobre crios dispuestos a ajustar cuentas. “?y no ha transpirado vuestro padre me guarda rencor?”, inquiri. Fue el de mi?s grande quien respondio. “No, porque dice que el novio habria hecho lo mismo”. Por lo tanto les pedi que se sentaran. Lo hicieron, recelosos. Nunca quisieron encaminarse nada asi­ como se quedaron en el limite sobre la silla, excesivamente tensos. Eran chicos endurecidos desplazandolo hacia el pelo me gusto que lo fueran. Entonces les conte mi traduccion de la historia.

Ocurrio a finales sobre 1975 en un sitio del Sahara llamado El Farsia; que era igual que quedar en medio sobre la ninguna cosa, con la diferencia de que esa ninguna cosa estaba llena sobre soldados marroquies que tenian cercada an una diezmada katiba sobre guerrilleros saharauis. Y habia un inconveniente anadida: habia alli dos periodistas espanoles sobre veintipocos anos de vida, con la penosa suerte de no permanecer con las marroquies sino con los otros, las guerrilleros. Y no ha transpirado tanto estos igual que los periodistas lo estaban pasando bastante mal. No habia forma sobre irse de alli, al que se movia lo achicharraban, y no ha transpirado de colmo nunca quedaba agua para beber, el sol pegaba vertical con unos 45? a la sombra —si hubiera habido sombra, que nunca era el caso—, desplazandolo hacia el pelo la inmovilidad, la sudoracii?n, los tiros, el tormento de las moscas, el temor, ponian las nervios al limite sobre sus fuerza.

Al completo ser humano, por templado que sea, goza de esos limites. Son las situaciones las que te acercan o alejan de ellos. Aquel jornada sobre tortura insoportable, los nervios sobre uno de los reporteros tocaron el margen antiguamente que las del otro. Salio primero su numero. Mismamente que, tras efectuarse aguantado a lo largo de dias y no ha transpirado especialmente a lo largo de las ultimas horas, agotado por la estres, perdio la compostura. Tenemos que rendirse, dijo. Gritemos que somos periodistas, levantemos los brazos asi­ como salgamos de aca. Su companero, sin embargo, no lo veia mismamente sobre simple. Nadie sabia que estaban alla, opuso con exacto significado, y no ha transpirado a las de enfrente les daban igual dos vidas mas o menor. Tampoco les sexo verde de citas iba a gustar que hubiera testigos de aquello, ni que dos reporteros fueran en plan coleguillas con las enemigos. Asi­ como En Caso De Que las cogian vivos, anadio, quiza externamente peor, por motivo de que les iban a ir ofreciendo por el culo hasta Tarfaya. Esa fue exactamente la oracion, concreta, indeleble: “Nos va a ir dando por el trasero hasta Tarfaya”.

El plan, habia citado el superior sobre los saharauis, era esperar la noche Con El Fin De infiltrarse entre las marroquies asi­ como escapar. Aunque para eso habia que permanecer tranquilos y callados. Sin embargo, el otro reportero nunca se dejaba persuadir. Empezo a ofuscarse y no ha transpirado a gritar, todo eso tirados cuerpo a tierra, parapetados entre las piedras desnudas, roncos sobre sed y con el sol homicida sobre sus cabezas. Y no ha transpirado cuando hizo ademan de levantarse Con El Fin De ir hacia los marroquies, su companero le saco an uno de los que estaban tumbados junto a ellos la pistola que el guerrillero llevaba en la funda colgada al cinto: la antigua Astra del 9 esplendido. El caso podri­a ser cogio la pistola, le quito el Indudablemente, se la puso al colega en la frente y no ha transpirado senalo a las saharauis. “Si te pego un tiro —dijo con toda la firmeza sobre que fue capaz— estos nunca van a hablar de ninguna cosa a nadie”. Asi­ como los saharauis miraban, callados asi­ como aprobadores.

Esa misma noche, en absoluto mutismo los guerrilleros asi­ como los periodistas consiguieron infiltrarse entre los marroquies —todavia en la actualidad parece un milagro al recordarlo— y escapar sobre alli. Salvo los diez min. de crisis, el comportamiento del redactor que habia perdido un segundo los nervios fue perfecto. Arrastrandose en la oscuridad se condujo con un tasacii?n tranquilo, y no ha transpirado Incluso se arriesgo un par de veces de esperar asi­ como ayudar al companero. Publicados en Espana, las reportajes y fotografias fueron una enorme exclusiva: exito total. Ninguno volvio a tratar el incidente inclusive una semana mas tarde, cuando tomaban juntos la copa con las chicas del cabaret sobre Pepe el Boligrafo, en El Aaiun. En un instante preciso, de improviso, uno de ellos sonrio desplazandolo hacia el pelo le dijo al otro: “Supongo que yo habria hecho lo mismo que tu”. Esa fue su absolucion de hermanos, y no ha transpirado no hubo solamente. Luego se miraron a los ojos en mutismo desplazandolo hacia el pelo encargaron a Chocolate, el camarero bruno, la botella de champana que Silvia y no ha transpirado la Franchute llevaban abundante rato pidiendo.

* falo de la Real Academia Espanola

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